Para que nada nos amarre que no nos una nada. Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que no dijeron las palabras. Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana. Amo el amor de los marineros que besan y se van. Dejan una promesa. No vuelven nunca más. En cada puerto una mujer espera: los marineros besan y se van. Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar. Desde el fondo de ti, y arrodillado un niño triste, como yo, nos mira. Por esa vida que arderá en sus venas tedrían que amarrarse nuestras vidas. Por esas manos, hijas de tus manos, tendrían que matar las manos mías. Por sus ojos abiertos en la tierra veré en los tuyos lágrimas un día. Amo el amor de los marineros que besan y se van. Amor que puede ser eterno, y puede ser fugaz. En cada puerto una mujer espera: los marineros besan y se van. Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar.
Pablo Neruda (1904-1973)
Pablo Neruda (1904-1973)
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