Resumiendo...

Quedaba pendiente un tributo con mayúsculas. A ese niño que nos ha enseñado a muchos a ser mayores. Porque Rafa tiene ese don especial que sólo unos pocos elegidos poseen. Convertirnos en suyo. En un Nadal más. A hacer grande ese deporte. En su caso, a engancharnos al tenis, a vibrar, incluso cuando no tienes ni idea de lo que va la historia. Pero la historia, al fin y al cabo, está hecha para que algunos hombres la cambien. Nadal es uno de ellos. Porque, además, no ha perdido ni un ápice de su forma de ser. De ese chaval tímido y escueto en sus entrevistas. De ese hombre que golpeaba a raquetazo limpio las paredes del patio de su casa.
Esa tal vez sea su mejor virtud. Lejos de comerse a sus rivales por carácter o por talento, Rafa envuelto en un mundo complicado, lleno de intereses y de egos, sigue mostrando la naturalidad que poco a poco lo ha llevado a ser el más grande.
Y eso hace que a muchos como yo, que le admiramos por talento, se nos una algún domingo en el sofá, algún otro que lo admira como persona. Que se levante en cada punto sin saber ni siquiera si lo es. Los genios tienen esto.
Resumiendo...
Que alguno que no lo podía ni ver, ha acabado por ser otro más de esos que se tiran al suelo cuando el no llega, de los que gritan como si nos escuchara, de los que sufren cuando lo ven sufrir.
Y sobretodo de los que se alegran cuando se revuelca. Señal de victoria.

Por eso, no pares ahora...

¡VAMOS RAFA!